sábado, 5 de septiembre de 2009

Fè Ciega

Me han preguntado sobre ese viernes todo el mes, mucho de lo que pueda decir serìa lejano a cualquier justicia descriptiva. Mito demencial de Nietzsche como dice el largo èpìlogo de La insoportable levedad del ser.
Aunque parezca increìble, mi mejor amiga y yo nos lidiamos una semana de conseguir entradas correctas, de preparar nuestras insignias y de preparar el cuerpo.
El dìa comenzò seis de la mañana en la explanada oscura del Modelo y terminò en la rubia claridad de una cerveza hormonal. Como siempre y nunca entre la negra y yo.


Lo bueno:
Aquella tarde parecìa una reuniòn de familia. Cuando dì la vuelta para encontrar a mis tìas, que no son tan fanàticas y que estaban en un puesto aceptablemente sano de quièn llega a las seis de la tarde; me encontre con muchos de los compañeros de mis padres, con otro montòn de amigos, con un poco de enemigos, con quièn yo querìa saludar y con quienes querìan abrazarme. Como si esta ciudad me hubiera regalado un pedazo de ella para hacer funcionar la manivela del tiempo.
De llanto:
Mariposas, como recièn nacida.
Oleo, porque la silla vacìa era la de la Pigri (mi madre).
Sueño con Serpientes, por las veces en que Walterio (papà) se desvaneciò en palabras improvisando el significado de la canciòn.
El dulce Abismo, porque tuve un primer amor de ingenuidad que me regalò ese disco que rayamos juntos 8 años. Somos hoy como hermanos.
Gaviota, porque el mundo esta lleno de pares de chicas y jamàs olvidarè la cara de làgrimas de mi mejor amiga, que me tomò de la mano para cantar juntas, remontando el momento de hace màs de diez años cuando nos descubrimos en el mar de vestiditos blancos e intercambiamos la primera cinta.
De disfrute:
Angel para un final, porque era el momento de invocar al cadàver màs fresco.
La maza, por gusto.
Unicornio, porque es como una nana
Pequeña Serenata Diurna, por mi hermana sus cinco años en Cuba, los recuerdos memorables de los viajes a la isla.
Canto Arena, por David y Sofìa, nuestras secretas y escasas tertulias Silviofilas que se dan cada diez años y que nos reunieron ahora.
Quièn fuera, porque el corazòn esta con muros.
Sinuhè, por nuestras mil y una noches de intimidaciòn.
Dìas y Flores, porque nos queda la rabia.
Y todas las demàs, porque nuestra patologìa nos permitiò cantar el 100% de las frases de todas las canciones cuando no estabamos llorando
Como deuda: La flauta de ella, me quedò debiendo El Matador, en dificultad. Toque por un tiempo ese instrumento, hace ya mucho tiempo y lo impecable de su academia convertida en trova me gusta en esa canciòn. A dònde van, la traducciòn de la especie hecha canciòn y mi favorita de todos los tiempos. El no cantarla no fuè una elegìa sino una herejìa. Y si no era mucho pedir un respertorio mas fino, còmo los que se pega en los megaconciertos de Buenos Aires con inèditas como La oveja negra y de si en vez de homenajear a Noel Nicola con el Unicornio hubiera cantado esa hermosa y corta del fallecido compositor Te perdono como suele hacer por las tierras gauchas y las Europas, quizàs las aguadas frases de esta entrada no existirìan, porque yo estarìa en aùn en el Estadio.

El resto, como dice Gabo, es lo que uno recuerda y como lo recuerda para contarlo. Còmo la tremenda bronca de cansancio vivencial que nos azotamos las "mejores amigas" despuès, anècdota pura que serà tradiciòn oral. Si en 20 años alguièn me pregunta, le contestarè como contestan algunos catòlicos acorralados "es la fè". Espero tambièn tener a mano esta imagen.



La foto es con las energìas de la salida.

La bandera fue pintada a mano y las camisetas de pura hambre.

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