miércoles, 7 de enero de 2009

¿De qué depende el éxito del Chifa?

Sin ninguna duda depende de la grasa, es importante que sea una grasa rápida, imperceptible al paladar humano , por eso se usa de móvil la carne de gato y el vegetal, donde casi se disuelva, el objetivo es que llegue al cerebro, cosa que acto seguido , es decir en el mismo momento en que uno (la persona que come) bajo el efecto de tales sustancias, se” topa” caminando cerca al sitio, con uno, pero no uno mismo, sino otro individuo que imaginamos hambriento. Hay que decir que luego de esa comida todo ser humano alrededor es un pobre muerto de hambre, con un estomago blanco, con aliento a cloro, este se convierte en el sujeto con el cual se inician una cadena de comentarios esquizontes y convincentes, que no podría atreverme a mencionar sin un kaukaumin al frente o adentro.
Tengo mis romances con los Chifas, empecé en Portete y Av. del Ejercito, justo antes el primer kiosco de morocho, caminábamos con mis papas desde el Parque Forestal tenía 4 mesas, paredes blancas y un mostrador rojo. Chile es la calle de los míos, en uno de ellos pagué por primera vez, fueron 50.000 sucres. Frente al parque España, hay uno en el que el menú puede recargar baterías amor, o convencer el avance a la siguiente esquina, en la que hay más de un hotel con M.


No puedo dejar sin crédito a los nombres, las letras raras, las acuarelas y los personajes de la China, en Quevedo hay uno en que tienen un gran afiche de Mao, hasta hoy. Es difícil no ilusionarse al entrar a lugares que se llaman: “Prosperidad”, “Felicidad”, “Vida Nueva”, querer remontar lo remoto en una verdura con salsa en el “Asia”, “Himalaya” y los de por ese lado.

En este caminito vago solo uno es el rey, uno en el que se haba chino, en el que sirven hasta la fuera del plato, uno que, si me lo hubieran advertido, nunca hubiera probado una cucharada, uno que hasta me estimula el instinto de superación; para algún día ser autoridad sanitaria, exigir el análisis de la comida y prohibir la entrada de toda mujer a ese lugar. Lo recomiendo seriamente señores, 11 y Portete. Eso sí, cada quién tendrá el suyo, con su respectivo motivo, sentimental, enfermo, hambriento o culinario.

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