jueves, 9 de abril de 2009

Adelante Universidad

Cuando Santana hizo un reportaje de los que suele escribir en la última página de diario el telégrafo, estaba yo muy lejos, no había terminado de leer la edición web y ya escuchaba la voz en el teléfono del protagonista que me dijo:

“ Este negro me insistía para que yo diga que me gustaba EMELEC”

Dicho sea de paso, el autor es entrañable amigo de mi padre y entre una y otras cosas del reportaje que le hizo, hablo de mi abuelo “Pucho Páez” y de su LDU, la nuestra.

Y es que los amigos de los que ya he hablado, todos guayacos, saben de ciudad, le han dicho cosas como que ya juró la bandera celeste y blanco. El siempre me dice que tiene un gusto lúdico por algunas en las que ha vivido: La Habana, Lisboa, Moscú y Paris, su preferida es Guayaquil, gusto que ya viviendo acá 30 años casi le obligó a tener un pseudosimpatía por los de camiseta azul. Eso sí de ahí a que ese sea su equipo hay un abismo mas grande que los de la Aloag- Sto Domingo.

A la pigri ( mi mamá) una hija pequeña de familia costeñisima, se le ocurrió entregarle a los García una primera nieta hembra y una segunda nieta hembra también. Que ya fue bastante frustración que sean mujeres y al son de que las niñas no tienen nada que hacer en el estadio, a mi otro abuelo manaba, a mi tío Oscar machaleño, les costó tiempo calmarse e idear la estrategia que terminó en empate: una de Emelec  la otra del color del meado. Una vez tuve la sensación de que los enfermos ganaban, cuando busqué a mi hermana en su universidad entre estudiantes con banderas de todos los continentes, las de Colombia y Venezuela eran distracción; asi que esta desgraciada tuvo a bien colgar un trapo amarillo con negro que ganaba en inmensidad a fronteras y lejanías. Por aquí en casa tiene guardado hasta un cuaderno completo, en el que escribía desde dedicatorias de amor a los jugadores cuando tenía 15, hasta insultos para los demás equipos, el ejemplar lleno de : Baaaaaaaacelona.


Sigo.

Cae la tarde en la carita de Dios, el carro estaba parqueado en la Portoviejo y caminámos desde la zona del Congreso, en donde estaba la oficina, había tiempo para un café con leche y hermesetas (azúcar antigua de diabéticos), tomar el abrigo y salir. En el bolsillo los boletos de la tribuna, llegamos a “La Casa Blanca” los primos ( tres mujeres y un barón) con nuestro papito Pucho, parqueamos el monza en la Playa Lila, donde el espacio tiene su nombre, ese día hasta la infiltrada es blanca, juega la liga con el bombillo y le da su 7-0.

Mi abuelo, hoy desterrado de las canchas y del partido que es esta vida por un sarcoma, fue presidente de los fundadores LDU, no vio a la liga campeón, pero ya lo sabía. Era un deportista de alma: corría, nadaba, jugaba tenis, billa y cuanta cosa sea de marcador. También hacía otras banalidades como ser jurista, profesor y escribía sus cuentos. Y siempre dió la catequesis a todos sus nietos, a mi me tocaron unos trozos del Diablo Baudelaire, a mi prima china la historia de que la virgen era una gallinita, y el Leòn puede ser él mismo un Cristo. El hombre lo logró.

La noche del campeonato, unos representantes estaban en Río y yo como vivía en una isla sin tele, me apuntaba para escuchar el partido en la capitanía. No contaba con que llegaría la Yula Hidrovo (otra extraña hincha blanca guayaca, hermana del gran Hugo) y nos embarcamos a Pto Ayora seguras de la reserva en The Rock, mesa con unos brasileros. La noche terminó en lágrimas y el estatus de campeona que adquiero con la señal de celular, nadie de la familia durmió en ningún lugar del mundo.

Mis tíos adquirieron después dos de esos escenarios aniñados en la Casa Blanca, en los que el fútbol se malvive, pero solemos cruzarnos la pequeña valla entre familia y hay espacio para invitar a los amigos, hace tiempo que no voy, ellos algunos domingos se compran generales y han perseguido al equipo hasta el Japón.

El hermano chico de papá, benjamín de mi abuela, me visitó recién por esas fraternidades filiales que se nos dan siempre. La dura Esmeraldas en la merienda nocturna no logro que se despojara de este objeto. Quiero tomarle fotos a los anillos del abuelo le dije, en uno están sus iniciales y en otro creo que esta lo que todos los creyentes le dicen alma y nosotros: LDU.



Ya para adentro, lo que yo disfruto de la pelota es un secreto bien guardado, del que sólo se han servido pocos privilegiados. Al tono de reloj: mi niño Torres es el único inocente de ayer.

2 comentarios:

  1. lágrimas... pero una sola corrección: sí que vio campeonar a la Liga, conmigo, la única vez que llevó a su nieto mayor al futbol.

    yo era más de los toros, tendido sol, empanada de morocho y sánduche de pernil... todavía recuerdo cómo olía su bota de vino en el coche, de camino a la plaza.

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  2. Micubbie, mi vida, mi hermano. Cuanta envidia te tengo.

    Con el si que tuviste mas vida y podrias escribir mas que la que vivió, yo solo hago mis intentos, con que des un vistazo y me tires una regla de vez en cuando me conformo.

    Te adoro primo.

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