viernes, 1 de enero de 2010

Autopistas.

Que se espera de un dia, de un comienzo o de un final , como si fuera algo que no controlamos, como si existiera una diferencia entre quienes hicieron el calendario y quienes los usamos hoy.

El amanecer del dia al que le dicen ultimo me toma por sorpresa frente al computador, toca seguirlo viviendo sin llegar a la cama y hasta el final en que me despido de las personas y cuelgo la bata blanca. En la tarde no es necesario dormir para empezar otro dia y buscar un tren antes de que oscurezca porque parten a horas que no entiendo: 4 y 34, 4 y 22.

Cuando me acerco a las rieles procuro las ideas comunicativas y se me apilan todas.
Los colores de las revistas para mi padre.
La mujer que me vende la recarga del celular para mi madre.

Hablo con todos temprano.
En el viaje pienso en mis primos, mis tios , mis abuelos; las carcajadas y las conversaciones alrededor de la mesa.

Llego A La Coruña, mi ciudad favorita de Galicia.

Brindo, celebro, sonrio con nueva gente y soy feliz, me duermo.

A la mañana buscando el tren de regreso a Santiago me interrumpe el telefono, es la rebeldia del otro lado, las compañeras ausentes y la alegria, y la queja, y el chiste y todo aquello que nos hace amigas. Asi que en en el desmedido honor al relajo y la frescura, decido consignar la maleta, sacar la cava y contagiarme del mar, y pensar que ese viento es una mezcla de lo que ha sido y lo que esta siendo.

Tengo guardados miles de calendarios en una billetera vieja, tengo pensados otros pocos en una circunvolucion fantasma.

Pienso en alguna fecha que podria importar, pero que va!

Nadie te puede organizar
Nadie te puede utilizar


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