miércoles, 18 de febrero de 2009

Electra y sus panas


Aparecen en la mesa del comedor, la cama o el velador. Ayer por la mañana, encontré un “pana”:

Se acercaba la meridiana. Càstula no había aparecido como todos los días, preguntando, a dónde iba a comer, seguro que hoy, a causa de las marchas blancas y negras, no podría llegar al centro de la ciudad, al Piave, donde solía almorzar casi siempre, atendido por Domingo, el viejo salonero que se preocupaba de que las cervezas estuvieran heladas, el escabeche fresco y el pan del día. Ahí encontraba al gordo Walterio Páez , peleándose con Jorge Jaén, un pintor marginal. Aseguraba que el mejor plato era el estofado de gallinazo, hasta había llegado a pintar una serie titulada “Plato a la Carta”, donde se veía a esas aves rapiñeras sobrevolando la tela o humeando en la mesa de una familia pobre.

Tatuaje de Náufragos
Jorge Velasco Makenzie


En una ojeada de este “pana” descubro que hay una especie de nota al pie, escrita a mano, sospecho quien es, entonces voy a la biblioteca y en el estante local me encuentro con otro “Guayaquil de mis desvaríos” , confirmo que es la letra de Jorge Martillo, pero hay dos dedicatorias, la impresa dice: A Walter Páez Moreno , quiteño nacido en el Guayaquil de los desvaríos, a su costado está el último pana que se aflojó Fernando Iturburu y ha escrito: para W. Páez, autor de este inventario.

El “panita”, de esta navidad 7 veces 7 en el que Fernando Cazón ha puesto:

“A W. Páez, por una vieja amistad, entre la poesía y la imagen”, parece darme luces.

El “dedicado” personal personaje, que Velasco hace años en su novela “En nombre de un amor imaginario”, convertiría en un grabador de piedra, con los años aparece en estos inventarios y sus panas escritores, han sido desde la adolescencia los ejemplares que llegan a casa: poemarios, relatos, novelas, amigos de papel; que hacen imaginar y buscar mas ciudad de la que se puede vivir.

Entonces, con la nueva novela, de la que aún solo leí el título, tengo dos preguntas para el diagnóstico:

¿Cuándo naufragamos?

Lo que aprendemos de los que nos dan de comer, de vestir y de leer, lo menos evidente que el vaso de leche y la cama limpia, espero no vengan en un solo paquete.

¿ Existe acaso un final compartido?

Lo que sì, motivo de visita y regresos.

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