lunes, 16 de febrero de 2009

El Cartero



Capìtulo aparte o caso cerrado. Si quieres convencerte de eso, a ver las consecuencias.

En las èpocas en las que la banda ancha no nos daba para tanto, con algunos amigos exiliados solìamos iniciar diàlogos de fowards, en los que todos nos conocìamos entre todos y contra todos. De este pasaje recuerdo bien algunas ideas cartomànticas resultado de lo que escribe el Dr. Miguel Palacios Frugone a Rafael Correa. El tarjetero conflictivo se refresca gracias a una nueva maravilla producida por la misma esquina, que en una de esas inexplicables persecuciones llega a mi bandeja de entrada.

¿Porquè elige escribir cartas? Se me ocurre que le queda trauma de los recetarios y su escasez de espacio. No logra librarse del disfraz indicativo de las prescripciones.

Una diagnostiquitis que pasa por una corredera infame de la cronicidad a la agudez, ronda por las ciencias médicas como si la bata blanca nos diera la última palabra. Este elemento enajenante engorda la burbuja obstructiva, con la que hemos lidiado, todos los que alguna vez hemos tenido un paciente, en cualquier profesión.

Ese baño de ciencia que le propinamos a nuestras expresiones algunas veces logra esconder carencias. Los pedazos resaltados de definiciones bien masticadas -llegan en mi personal opinión- a caer en la calamidad de un argumento científico: el quedarse solo e indescifrable.

En la carta de la que hablo hay una sentencia final:


Para terminar, quiero informarte que en Psiquiatría hay un mecanismo psicológico
que se llama proyección. El mismo consiste en que las personas que anormalmente lo utilizan, endilgan a otra lo que ellos en su fuero interno lo son.

Decía uno de mis maestros, llamado con cariño Dr. Wood: “Quien sólo de medicina sabe, ni medicina sabe”

Hace tiempo, cuando los congresistas diagnosticaron a “el loco” como “loco”, los perfiles psiquiátricos circulaban por la revista Selecciones. Hoy en dìa, en la web se pueden leer algunos como el de Chapman o Bush para entretenerse de lo lindo.

En fin, que el DSMIV-R (Manual diagnòstico y estadìstico de los trastornos mentales) y sus ecuáces, deben quedarse en bibliotecas de monasterio, como en el “Nombre de la Rosa “ y no participar tristemente de estas pseudo-confrontaciones, para mantener su inocencia de comunicaciòn onanística.

1 comentario:

  1. Decía Voltaire: "La medicina es el arte de entretener al paciente, mientras la naturaleza toma su curso"

    Eso es tan cierto entonces, como lo es hoy.

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