viernes, 19 de marzo de 2010

Fina Estampa

Dice la gente que nadie nace sabiendo.
Puedo responder que eso es una mentira.
Hay quien nace sabiendo, sabe lo que tiene que saber y sabe lo que los demàs deberìamos saber.
Los campesinos nacen sabiendo.
Mi abuelo naciò sabiendo.



Conocì a mi abuelo materno a los 4 años cuando me gritò por la ventana "cucaracha" para llevarme a pasear junto a mi hermana pequeña y mi abuela. Es un genio para nombrarnos.
Un domingo por la tarde despuès del control de calidad a las niñas, ya que mi madre era famosa por hacer peinados asimètricos y proporcionar atuendos muy deportivos, podìamos iniciar el viaje.
Si hoy me ponen en la puerta del Cementerio General de Guayaquil podrìa llegar con los ojos cerrados a la tumba de Mamà Teodora - mi bisabuela- sin perderme y con un helado como gps, empastado de pinguino de preferencia. En el itinerario fùnebre estan la de Vicente Rocafuerte, Alfaro y mi preferida la de Medardo Angel Silva. Aprendì que a los muertos por muy queridos que hayan sido, se los visita poco y con placer. Vamos al Malecon en dònde hay dos actividades obligatorias, subirse en el puercoespin, una figura hermosa y luego hablar por telèfono aprovechando la acùstica del hemiciclo de la Rotonda.
Tomamos otro helado, o una manzana acaramelada o un algodòn de azùcar, cualquiera sea prohibida por los padres.

El siguiente punto es la casa de una tìa abuela, un departamento en el centro con un balcòn de espectàculo. Era este el lugar de los avances cientìficos, ahì vivia JC hijo y nieto ùnico, con el que descubrìamos a los GI JOE, el castillo de He-man, micromachines, el tiempo era poco, siempre poco para dos niñas que salìan del universo rosa de barbies y chichobelos.

Ya en casa y antes de la despedida viene la semana, un billete rojo de 5 sucres, con el cual salgo corriendo y entrego entero a Doña Carmita, dueña de la tienda con el original nombre de "Carmita", en ello me acompaña El Perico, nuestro coker spaniel, nos sentamos en una piedra y mientras con una mano como con la otra le sostengo el chupete a èl.Volvìa a casa sin nada pero contenta, mi hermana en cambio guardaba su billete en el forro de un cuaderno, el cùal en un momento dado podìa estar muy lleno y servir para grandes inversiones. Me temo que las cosas no han cambiado, si revisamos nuestras cuentas de banco, la diferencia es que ya no tengo mascota para compartir el dulce.

No recuerdo con exactitud el momento en que deje de recibir este beneficio religiosamente, el hecho podria tener relaciòn con el nacimiento de mi primo varòn, hijo de mi tìo Oscar, al que mi abuelo llamò "Guayaquil". Yo crecì como la cucaracha mayor y la familia se llenò de varones y mujeres, todos igual de queridos con sus nombres diferentes. La ùtlima vez escuche que a dos de los pequeños los denominò "puente 1 y puente 2", despuès de investigar me contaron que la denominaciòn de origen se debìa a que ambos tenìan novias que vivìan en la perimetral, cada una cruzando un puente. Es esta una carretera que bordea la ciudad, con varios puentes que unen hambre y mangle.

Mi abuelo supo reemplazar el estipendio, que ha permanecido hasta la vida adulta, disfrazado en cada viaje como "el aletazo". La ùltima vez fuè cuando me vine, si bien no era el primer salto del charco, era definitivo. Ambos lo supimos, me pidiò que le explique una receta del cardiòlogo y yo logrè terminar la frase de presiòn arterial con la garganta en la mano, èl no, estaba muy contento por mi partida.

A Garcìa, Don Garci, Don Arnulfo o "el papi", nunca lo he visto mal vestido, mal parado, mal sentado o mal acostado, alguna vez mal hablado, por ejemplo cuando encontrò el diario desordenado, lo rompiò y lo lanzò por la ventana.
Es èl un amante de la perfecciòn y es perfecto.




Hoy me despertè y me di cuenta de que habìa soñado con un hombre, como en los sueños romànticos se me confunden todos los protagonistas masculinos me di cuenta de que no iba por ahì. Tengo una foto de mi padre al costado de mi cama , la mirè y me di cuenta de que no era con èl, era con su suegro, habìa soñado con mi abuelo materno.

Estoy lejos y sè que no es de telèfonos, la nostalgia es una carcelera despiadada, tengo frìo y lo recuerdo, es un recuerdo claro, temblando en cada letra por la fragilidad de la presencia, esa que es posible cuando se me ocurra volver ya no encuentre y me he dado cuenta.

Doña Ma. Dolores, para èl:



No hay comentarios:

Publicar un comentario