sábado, 19 de diciembre de 2009

Inaniciòn

Me he dado cuenta de que podemos convertirnos en seres motivacionales, adjuntando cada actividad que nos estimule y descartando aquellas que no produzcan eso.
Dedicamos nuestro tiempo a alimentar cada pedazo sin conocer la saciedad.
Luego, secretamos absurdamente el rechazo hacia aquello que sugiere convicción, aquello que no es voluble, que no se toca.
Nos volvemos daltònicos de pensamiento.
Ahora esta mal visto tener ideas, es de mal gusto defenderlas y casi grosero arriesgarse por ellas.
Aminatou y su necedad.

Más allá de la conmoción, temía en los almuerzos la noticia de de una hipoglicemia o un shock hipovolèmico. El temor no era el de la muerte – porque no era ni mi paciente, ni mi amiga, ni mi familia- era otro, era el miedo a que se sigan perdiendo las acciones consientes.
Por algún momento pensé que esa preocupación era un esnobismo del cambio continental, así que decidí llamar a Margot Manuela (si elijo un momento para extrañar abuelos es el de las noticias) que dijo: “A una mujer nunca le van a ver la cara de cojuda”, conocía perfectamente la historia y la conmovía sobre todo una carta que habían escrito sus hijos.
Cuando aparece la rebeldía femenina, la obstinación hace presa de todo su cuerpo, para reunir en uno solo todos los recodos de pobres deseos. Y así, se consigue terminar con el dolor para que escampe el porvenir.
Mohamed sexto, el gobierno español y todos sus compinches pensaron que los ofrecimientos pálidos seguían surtiendo el mismo efecto y se convencieron por todo un largo ciclo, casi menstrual, me di cuenta de que tenía otra vez la regla y ella seguía sin comer.
Hasta que una mañana el mundo se hizo isla. Mientras me administraba mi raciòn de energía matinal, el efecto de la cafeína se potencia al saber que ha vuelto al lugar que quería, como quería.
El enrollamiento de lengua, el pánico escénico y las explicaciones al sin sentido se convirtieron en prohibiciones para el festejo de su regreso a casa, como si algarabìas o publicidad le hiciera falta conseguir.

Definir con ejemplos es una mala costumbre que tratamos de erradicar, como aquí nadie puede editarme; si me preguntan a día de hoy que entiendo por justicia, o que son para mi los derechos humanos contesto:

Que la Saharaui este en su casa.

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